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Si las experiencias bellas de la vida se viven como una obligación, lo que resulta se llama infelicidad. Si un beso es un: "la tengo que besar", más se parece ese "beso" a un golpe. Los seres humanos nacemos eyectados a un sentir que "tenemos que hacer cosas" y despertar de ese sueño sufriente es solo una posibilidad entre muchísimas. Allí se alegra el que "la tenía que besar", porque "lo logró y la beso", solo para ahora "tener que hacer otra cosa" como, por ejemplo, "desabrocharle un botón de la blusa".
Besar a alguien por quien nos sentimos atraídos es, acaso, una de las experiencias más volcánicas de la vida. Es como nadar en lava, después de haber cruzado el polo. Pero lo placentero del beso, o de "desabrochar el botón de la blusa", nada tiene que ver con el "tener que", sino, de manera muy distinta, con el desear. Es el deseo lo que lleva al placer, y no, nunca, jamás, la exigencia. De ahí que no sea obligación besar en la primera cita, pero de ahí, también, que no exista una regla que diga: "no se puede besar en la primera cita". Entonces: ¿Se debe o no se debe besar en la primera cita? Bueno, la respuesta es sencilla: Haz lo que deseas. Pero eso sí: Ni se te ocurra a pedir permiso para dar un beso. Eso es de cobarde. Es como ir a la lotería a preguntar: "disculpe señor, ¿no me diría usted qué número va a salir mañana?, así lo juego" Y de la misma manera que el vendedor no sabe el número que va a salir mañana, la mujer o el hombre que tienes en frente tampoco sabe qué hará si tú te arrojas a darle un beso. Además, existir es vivir entre posibilidades. O como dice el refrán popular: "A seguro, se lo llevaron preso".
Y si el beso te es rechazado, primero, queda terminantemente prohibido pedir perdón. Sí, dijimos: "terminantemente prohibido". Porque el que pide perdón por querer dar un beso es alguien que, ante los ojos de sí mismo, se pone un cartel que reza: "yo no soy yo, porque no me dejaron". Segundo: Es altamente recomendable que -siempre en la medida de tus deseos- no dejes pasar la noche sin intentarlo otra vez. Y si fuera el caso de que, por segunda vez, el beso te es rechazado, bueno, lo cierto es que la cosa va mal (no estamos obligados a decir la verdad; le decimos porque creemos en ella).
Por eso, si lo tuyo es la cautela, no te sientas obligado a besar en la primera cita. Por otro lado, las relaciones entre los hombres y las mujeres están llenas de posibilidades además de la de besarse. Por ejemplo conversar. Olvídate del beso, relájate, disfruta. No queremos decir con esto: "deja que el otro te bese a ti", sino, más bien: no te exijas, no te apures. |
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¿Cuándo besar?
La experiencia demuestra que los besos que se quieren dar forzadamente son rechazados en su grandísima mayoría. La experiencia demuestra, también, que los besos que fueron dados en situaciones forzadas -es decir: los que no fueron rechazados- hubiera sido conveniente no darlos. De la misma manera que para comer una buena fruta hay que saber esperar, bueno: lo mismo que con la fruta, con el beso. O, ¿quién querrá subirse al tren, antes de que el tren llegue a la estación?
Pero cuando llegue el tren: ¡arriba! Porque el tren pasa, tenlo por cierto, y los que no sube tienen dos opciones: o llegan tarde o -peor- no llegan. Y en este sentido, no hay nada más horrible que sentir ganas de besar, sentir que es el momento y… quedarse con las ganas. Realmente, después, cuando te vas a tu casa en soledad, sientes que te quieres cortar las venas.
Pero no te cortes las venas. Mejor piénsalo así: Por mis venas circulan todos los besos que di, que me han dado y, mucho mejor, los que daré y me darán aún. ¿O crees que lograrás llegar al día de tu muerte sin experimentar otro beso? Eso -morir sin besar de nuevo- es lo más cercano a lo imposible (siendo este mundo, en sí mismo, un mundo de posibilidades).
Lo que sí, dicen que en la luna besan poco. ¿Y sabes por qué? Es simple: porque no hay nadie. Por eso, si son besos lo que estas buscando, ya sea en la primera, la segunda o la vigésimo sexta cita, ten a bien quedarte en el planeta tierra. O sea: presta atención a lo que ocurre a tu alrededor y no te vayas en consideraciones abstractas de ningún tipo. No te dejes arrastrar por reflexiones que -seguro- no serán mejores que un beso. Por eso, si cuando estás cerca del beso se te aparece el mismísimo genio de la lámpara, mátalo y entrégate al beso. |
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