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El hombre, ¿debe pagar en la primera cita?

 

La pregunta que a continuación nos ocupa debe entenderse en el contexto de la conformación de una relación. Es decir: como interrogante, solo muestra utilidad en la medida que el hombre esté interesado realmente en la mujer con la que sale y, de ahí, quiera ir dando un mensaje al respecto de su capacidad, o no, de cuidarla. En cambio, si por el contrario el hombre sale con dicha mujer para establecer un contacto meramente carnal, desligado del deseo de un mayor compromiso subsiguiente, la pregunta que aquí nos ocupa no tiene mayor relevancia.

el hombre debe pagar en la primera cita la facturaDe este modo, y entendiendo lo que sigue en el contexto de los orígenes de un vínculo romántico duradero, presentamos el siguiente análisis, en el cual no se pretende solo dar una respuesta sino, aún más, mostrar lo que creemos es su mejor justificación. De este modo, y para entrar de lleno en la consideración del tema que nos ocupa, debemos entender que la pregunta: ¿debe el hombre pagar en la primera cita?, no ha de orientar su respuesta partiendo del establecimiento de una obligación sino, incluso por el contrario -y como ocurre con todo lo relacionado a las relaciones de pareja- partiendo desde el deseo. Así, no se trata de responder el interrogante definiendo, a modo de ley, que "sí, el hombre siempre debe pagar en la primera cita" o, "no, nunca debe el hombre pagar en la primera cita". Por el contrario, se trata de saber si el hombre debe querer, o no querer, pagar en la primera cita.

Y entonces, considerando la respuesta desde el lado negativo, podrá decirse que, dados los tiempos que corren, quizás el hombre no debiera querer pagar en la primera cita. Porque vivimos en una época en la que muchas mujeres consideran que ese tipo de cortesía es, en realidad, una intención de mostrar la superioridad del sexo masculino por sobre el femenino; como si el hombre que paga la cuenta en realidad estuviera diciendo con ello: "al pagar soy superior a ti y tú, como mujer, dependes y dependerás siempre de nosotros (los hombres)".

Pero, ¿por qué habría de renunciar el hombre a una cortesía que parte de su deseo? ¿Solo por el hecho de que quizás la mujer se tome a mal dicha cortesía? Por eso pusimos énfasis, desde un principio, en el hecho de que el hombre debe "querer pagar la cuenta" y no, por el contrario, "sentirse obligado a pagar la cuenta". Y la diferencia está en el hecho de que solo "si se quiere" pagar habrá de considerarse la intención como una verdadera cortesía, es decir: como un acto cariñoso, dadivoso, que no guarda segundas intenciones. Luego, si la mujer se rehúsa a dejar pagar, o incluso se ofende ante la tentativa de hacerlo, podrá el hombre decir, con total sinceridad: "está bien, lo mío era solo una buena intención". Por eso contestamos a la pregunta que nos motiva diciendo: El hombre no está obligado a pagar la cuenta en la primera cita, aunque sí será mejor que quiera pagarla y, si la mujer está de acuerdo, la pague.

 
 
 

¿Y si no tenemos dinero?

Y por lo demás: ¿Qué pasa si un hombre no tiene dinero para pagar la primera cita? ¿Está mal que sea la mujer la que pague en ese primer encuentro romántico? Pues bien, según nosotros entendemos, la respuesta es: no es aconsejable, para la relación que pueda establecerse, que la mujer pague la totalidad de la cuenta de la primera cita. Así, si el hombre está corto de dinero, debe querer pagar por lo menos una parte del gasto que la cita conlleve, por mínimo que sea. el hombre debe pagar en la primera cita la cuentaDe este modo, por ejemplo, si la salida consiste en ir a cenar y, después, ir al cine, podrá el hombre -si no tiene dinero suficiente- querer pagar la parte menos costosa del programa (todo esto se aplica, lógicamente, en el caso de que sea la mujer quien invite a salir al hombre, ya que no podrá él invitarla a salir a ella si no tiene la posibilidad de pagar por lo que invita).

Y entonces, visto y considerando lo dicho hasta acá, se va poniendo de manifiesto lo que decíamos al principio: Que este tipo de cuestiones -¿quién paga o no?- van haciendo, desde el momento inicial, a la constitución de la relación amorosa. Y verás, lector, que este tipo de problemática, es decir: las problemáticas que vinculan a las parejas con el dinero, solo se resuelven en la medida que las dos partes quieran tomar la responsabilidad de ayudar, en lo que puedan, al prójimo. O, por decirlo de otra manera: No hay obligación de pagar, ni para ella, ni para él. Lo que sí debe de haber es intención de pagar; una intención que marca, así, el verdadero cuidarse mutuamente el hombre y la mujer, al interior de una relación romántica que, antes que nada, debe erguirse sobre el mutuo amor.

…cuando hay amor, todos quieren pagar. Nadie, por lo demás, está obligado a hacerlo.