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Enamoramiento cristiano

 

Hablar de enamoramiento cristiano conlleva, como no podía ser de otro modo, referirse a la conjunción de dos experiencias humanas fundamentales: Así descubrimos, en primer lugar, los sentimientos propios del primer amor que, en este caso, se conjugan con los propios del amor trascendente, enseñado por Jesucristo. De esta manera, las líneas que siguen procuran presentar algunas consideraciones fundamentales, propias de la referida dinámica (enamoramiento y amor trascendente).

Estrictamente hablando, el enamoramiento cristiano es una forma particular de vivir el primer llamado amoroso, disponible únicamente para aquellas personas que están sumamente comprometidas con las enseñanzas de Jesús, al punto tal de que, incluso sus tendencias románticas iniciales logran ser vivenciadas de acuerdo a sus enseñanzas. enamoramiento cristiano realAsí, con La Palabra de Jesús viva en el corazón, quien se enamora cristianamente lo hace porque ve, de alguna manera, en aquella persona objeto de sus deseos, alguna manifestación de dicha Palabra y, aún más; una presencia certera de Dios en dicha persona.

Esto no quiere decir, desde luego, que la persona de quien se enamora el cristiano ha de ser en todo sentido perfecta, amoldándose a todas y cada una de las prescripciones propias de dicha religión. De hecho, es notable decirlo, muchas veces el enamoramiento cristiano se da en torno a una persona pecadora. ¿Y por qué ocurre esto? Pues bien: no debemos olvidar que, en verdad, el mensaje cristiano es para los pecadores y no para las personas perfectas. Es decir: Cristo es Dios, pero Dios solo de aquellos que reconocen que son pecadores (y hasta los santos se reconocían como tales). O dicho de otra manera: Aquella persona en quien no se reconoce pecado no puede sentirse a Jesús como su Dios. He ahí, entonces, el por qué puede ocurrir –y ocurre a menudo- que alguien que está fuertemente vinculado con el mensaje cristiano sienta amor por alguien que peca; porque ve en él, o en ella, a un verdadero hijo de Dios, en sus sufrimiento y, a la par, en su arrogancia.

A partir de lo anterior, cabe considerar que el enamoramiento cristiano se da porque quien experimenta el enamoramiento considera que, en las persona de sus amores, se extiende la posibilidad de alcanzar la promesa de redención extendida por Dios a todos los hombres de bien. Y en este sentido, ¿qué camino de redención cabría recorrer con alguien perfecto? Pues claro: ninguno.

Pero, a la par, existe también la posibilidad de que el enamoramiento, enmarcado en las enseñanzas de Jesús, se de por motivos distintos, e incluso opuestos, a los referidos arriba. En este sentido -y si bien es mucho menos común que lo anterior-, puede ocurrir que alguien se enamore de una persona a quien considera un referente de la práctica cristiana. Los ejemplos más comunes de esto son las alumnas que, en el despertar de su adolescencia, se enamoran de sus catequistas o referentes espirituales. Ahora bien, por lo que a estos casos respecta, no es para nada recomendable considerar la posibilidad de concretar una relación romántica con dichos referentes, ya que no conviene mezclar, nunca, la educación religiosa con las experiencias románticas.

 
 
 

El enamoramiento y el cristianismo

Por lo demás, cabe señalar -y con énfasis- que la conjunción del amor humano y el amor de Dios, es decir: del enamoramiento y el cristianismo, constituye una forma de espiritualidad en sí, ya que funciona como una suerte de "puente entre el cielo y la tierra", enseñando a reconocer La Palabra a través de la relación entre el hombre y la mujer; una relación que -no caben dudas- se verá beneficiada por todos los cuidados que un Dios bueno y Todopoderoso brinda a sus hijos.

enamoramiento cristiano con el corazonDe este modo -visto y considerando todo lo antedicho-, no debes sentirte culpable, lector, hermano, en la medida que experimentes que -quien sabe- te estás enamorando de alguien a quien consideras un pecador. Porque verás que si te enamoras de él, o de ella, es más por sus pecados que por otra cosa, y no hay nada de malo en que sea así, incluso por el contrario. Y mucho podrás tú -si se concreta una relación entre ustedes- enseñarle a tu amado o amada al respecto del mensaje de Amor y Perdón que Jesús trajo, para dejar, disponible en la tierra. Y aún más -auque quizás esto te asuste un poco, aunque no debería ser así-, seguramente podrás tú, siempre desde el amor, aprender un poco más de tus propios pecados; unos pecados íntimos que antes del enamoramiento no te animabas a reconocer porque temías que fueran duramente juzgados. Pero claro, ahora que amas a un pecador no hay problema de reconocerte tú mismo, o tú misma, como pecador o pecadora. Juntos, los pecadores, alaban al Señor. Juntos, los pecadores, piden perdón al Señor. Y el Señor los ama, y los perdona.

Sin embargo, lo antes dicho no debe interpretarse en el sentido de creer que en el enamoramiento cristiano cabe tratar de imponer el cristianismo a esa persona a la que amas. ¡Incluso por el contrario!, si la amas, quedará claro en tu amor que el camino de Cristo es un camino "hacia el cielo". En nuestro amor, decimos, y no -nunca- en nuestra imposiciones.