|
Todos sabemos perfectamente bien que en la medida que nos sentimos exigidos a hablar de algo las conversaciones, resultantes de ese tipo de exigencia, resultan ser muy poco agradables y comunicativas. Y es un problema, sin dudas, que una conversación resulte poco comunicativa porque la esencia misma de toda conversación es, obviamente, poder comunicar. Por eso, lector, no es nuestra intención presentarte en las líneas que siguen una suerte de guía, llena de recomendaciones para "hablar en la primera cita". De manera muy distinta, exponemos en este artículo un análisis esencial del lugar que las palabras ocupan en el primer encuentro romántico, pero siempre enfatizando que cada una de ellas -es decir: cada una de esas palabras- cumplirá bien su rol en la medida que surja, espontánea, del deseo de quien las pronuncia. ¡Desde el deseo!, decimos y enfatizamos, y nunca desde la exigencia o la obligación.
En este sentido, la experiencia demuestra que en la primera cita, la forma y los temas de que suelen proponer para hablar las mujeres no coinciden, exactamente, con los temas que suelen proponer los hombres. Y esta muy bien que sea así, ya que, de ese modo, se enriquece el intercambio de ideas y las personas en cuestión tienen una posibilidad de conocerse mejor entre sí. Por eso, en lo que sigue, veremos aquellos tópicos que característicamente corresponden a las inquietudes de la mujer y, luego, haremos lo propio con los hombres, señalando, como no podía ser de otra forma, la relación entre ambos.
Así, visto el tema de la perspectiva de la mujeres, lo cierto es que en la medida que haya un genuino interés por quien se tiene en frente, suelen ser ellas -mucho mas que ellos- las que inician temas de conversación. El motivo de esto es que, para una mujer, pocas cosas resultan más importantes que el sentirse bien escuchada por su pareja, de modo que, en el contexto de esta primera cita, el hombre debe de enfrentar una suerte de prueba al respecto de su capacidad de escuchar.
Por lo que a temas respecta, lo cierto es que depende mucho de los intereses o las circunstancias de cada mujer, aunque los tópicos preferidos suelen girar en torno a distintas situaciones de la realidad (opiniones políticas, artísticas, o filosóficas), pasando luego, en la medida que la mujer se sienta confiada y, por lo tanto, con un margen para la intimidad, a cuestiones de familia o de amistades.
De este modo, la progresión de temas que aquí señalamos (desde temas más generales a otros más íntimos) es una buena prueba de progreso en la comunicación y, por lo tanto, una prueba de progreso en la relación en sí. De lo antes dicho se deriva, de manera lógica, que el espacio del hombre, en la primera cita, será el de saber escuchar. Pero cuando hablamos de "escuchar" nos referimos a una escucha activa, comprometida, sincera. No una escucha fingida, del tipo: "por Dios cómo habla esta mujer y yo lo único que quiero es besarla", sino un sincero "prestar atención a lo que está diciendo". E incluso si lo que el hombre quiere es besar a la mujer, lo mejor que puede hacer es escucharla atentamente, ya que -como dijimos antes- a las mujeres las seduce, profundamente, el sentirse bien escuchadas. |
|
|
Para los hombres
Luego, por lo que al hablar en la primera cita pertenece al lado del hombre, lo cierto es que lo tópicos que ellos tratan van, inicialmente, desde aspectos laborales y consideraciones generales sobre la naturaleza de la vida y el mundo, hasta –en la medida que se genere la confianza necesaria- relatos personal referidos a la familia o a las amistades.
En este sentido, se aprecia una progresión de temas similar a lo puntualizado en el caso femenino, pero con la diferencia de que los hombres asignan una mayor importancia al tema laboral. Esto se debe al hecho de que en la identidad masculina, el trabajo ocupa un espacio de suma importancia al definir la relación con una mujer, siendo ésa la piedra fundamental de la confianza de un hombre y, a la par, la capacidad con la que efectivamente pretende impresionar a la mujer de su interés. Así mismo, vale poner de manifiesto, también, que el hombre tiende a articular su visión del mundo, y de las relaciones románticas, en muy estrecha consonancia con su modo de sentirse a nivel productivo.
Por lo demás, y a modo de conclusión, cabe recordar que una de las mejores señales al momento de hablar en la primera cita es que, mientras se pronuncian y escuchan las palabras, la pareja tenga la posibilidad de mirarse directamente a los ojos. Tal es la importancia de este punto, que mucho de lo que en la salida ocurra será resultado de él. Porque mirar a los ojos es una demostración de confianza; confianza en sí mismo, confianza en el otro, confianza en la relación. |
|