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Esperamos que la lectura de las siguientes líneas surja de un interés efectivamente práctico y no de un estudio meramente teórico desde el cual poder considerar posibilidades a futuro. Es decir: esperamos, lector, que leas el presente artículo en vistas de tu tercera cita con un hombre o una mujer, siendo que el mismo ha sido específicamente pensado para este momento en el que, seguramente, has de sentirte un poco ansioso. De esta forma, nuestra intención es -antes que nada- traerte un poco de tranquilidad y asegurarte que si has llegado hasta aquí todo está más que bien; lo que queda es solo un paso natural; un paso que debe desprenderse de tus deseos y no -nunca-, de tus exigencias o temores.
Porque es obvio que si dos personas se han comprometido para tener una tercera cita a solas es por el simple hecho de que sienten una -ya imposible de esconder- atracción mutua muy poderosa. De este modo, la tercera cita es el espacio preciso para dejar que el deseo encuentre su cauce y termine por vincular en el amor a dos individuos que, hasta aquí, no han hecho más que fantasear con este momento. Y he aquí, lector, una palabra importante: "fantasía", siendo que se acerca el momento de despedirse de ella para pasar a transformarla en una genuina realidad. Porque, no lo dudes, ¡la tercera cita es la casa del deseo; el espacio donde los sueños de pareja entran por la puerta grande al camino del amor!
Pero para que estos sueños no terminen por transformarse en verdaderas pesadillas debes tener en cuenta algunos consejos que a continuación te daremos. O sea: debes mantenerte atento, lector, porque allí donde hay tantas cosas buenas en juego siempre acechan algunos peligros sobre los que conviene estar prevenido.
Así, en primer lugar, lo más importante de todo será recordar que en toda relación entre un hombre y una mujer todo lo bueno sale, siempre, del deseo y no, nunca, de las exigencias. Y decimos esto porque no caben dudas de que, ante el evento de esta primera cita, una parte de tu mente debe estar diciendo: "Si no logro concretar el encuentro íntimo en esta tercera oportunidad la posibilidad de iniciar una pareja se perderá para siempre". Y verás, lector, que el problema de pensar así es -no tanto si el pensamiento tiene o no tiene razón en lo que dice (que de hecho no la tiene)- sino el hecho de que lo que debiera surgir de tu deseo pasa a transformarse en una exigencia. ¿Ves esto que te queremos decir?, porque es algo realmente importantísimo. Así, no se trata de que tu "tienes que hacer esto" o "tienes que hacer lo otro"; ¡nada más lejos de la realidad!, siendo que, en verdad, tu "deseas hacer esto" o "deseas hacer lo otro". Y verás que esta diferencia entre "tener" y "desear" reviste un carácter de importancia tal, que mucho de lo que vaya a ocurrir en esta tercera cita dependerá en gran medida de ello. |
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¿Cómo actuar?
Lo que se hace partiendo de un sentimiento de exigencia resulta siempre forzado, tosco y, por lo tanto, suele errar el propósito que se fija. Así, por ejemplo, si el impulso para concretar el encuentro corporal íntimo parte de la exigencia y no del deseo, lo más probables es que, o bien ese encuentro te sea negado, o bien que -si el encuentro se da de todos modos- termine por ser una experiencia para nada satisfactoria. Porque en una relación de pareja -y esto va mucho más allá de la tercera cita- todo lo que se vive como una obligación deteriora el amor y, por lo tanto, la posibilidad de pensar un futuro.
Pero así como es cierto que debes estar muy atento a no dejarte llevar por sentimientos de obligación, resulta igualmente cierto el hecho de que debes estar atento para que el deseo no se te escape de las manos o, lo que es decir lo mismo: ¡No te quedes dormido, lector! Porque una tercera cita es la estación en la que suben los que quieren ir a conocer el placer, y sería una pena que, cuando pase el tren, tú no te subas. Así, deja de lado las exigencias y los temores; ve y conquista lo que ya es tuyo.
Por lo demás, recuerda que una tercera cita es el espacio apropiado para dejar que hable el cuerpo y -no tanto- las palabras. Así, estate atento a no sobrepasarte en la cantidad de tiempo que hablas. Incluso por el contrario, si quieres: No digas nada en serio que no vaya precedido por un beso. Recuerda, así mismo, tener a tu pareja bien cerca de ti, cosa de que puedan sentir la vibración poderosa que el deseo comunica a través del calor de los cuerpos. Deja que se expresen la piel, las manos y los labios. |
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