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El texto que a continuación te presentamos lector, tiene por intención señalar algunas consideraciones fundamentales que resulten de importancia aquella persona que en la actualidad se encuentra buscando pareja cristina. No se trata, así, de caer en complejas consideraciones teológicas o filosóficas, ni de entrar, tampoco, en las grandes controversias de nuestros días, arriesgando valoraciones al respecto de cuán buena o mala es la religión en la conformación de vínculos íntimos o, también, cuán fácil o difícil es encontrar hoy por hoy, en una sociedad como la nuestra, una verdadera pareja cristiana. De manera distinta, queremos sacar a la luz algunas premisas que consideramos de gran importancia a la hora de abordar el tópico que nos ocupa.
En vistas de todo lo dicho en el párrafo de arriba, se hace de carácter absolutamente primordial el recodar que la palabra "cristianismo" refiere a una religión que, en sí, ya no debe considerarse como exclusiva de ninguna iglesia en particular. En este sentido, existen hoy en día una innumerable cantidad de iglesias cristianas, todas y cada una de ellas dedicadas a algún aspecto particular de las enseñanzas de Cristo o, también, encaminadas en distintos tipos de interpretación respecto de esas enseñanzas (pues las diferentes interpretaciones de la Palabra de Cristo dieron lugar a religiones con diferencias entre sí). Y aún más, ya que hoy en día encontramos a muchas -muchísimas- personas que aseguran que, si bien entienden y siguen las enseñanzas de Cristo, no participan ni quieren participar de ninguna de las iglesias que institucionalizan dichas enseñanzas.
De modo que aquella persona que está buscando pareja cristiana debe tener en cuenta que está buscando a alguien con quien compartir su vida de acuerdo al mensaje de amor trascendente que caracteriza a la religión de Jesús y no, necesariamente, a alguien que participe de una iglesia.
Y entonces, visto y considerando todo lo anterior: ¿Cómo reconocer a quien podría ser, potencialmente, una buena pareja cristiana? Y verás, lector, que la respuesta a este interrogante ha de buscarse en la profundidad de las mismas enseñanzas del Señor Jesucristo. Así, decimos: Será apropiada para conformar una buena pareja cristiana aquella persona que en su comportamiento cotidiano manifieste que "ama a Dios por sobre todas las cosas y al prójimo como a sí misma". Porque ya lo dijo el propio Jesús, cuando con malas intenciones fueron a preguntarle: "¿Cuál es el mandamiento más importante?". Así, Cristo contestó: "Amarás a Dios por sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo". Y he ahí, lector, entonces, también la respuesta a nuestro propio interrogante.
Pero debemos ser aquí muy cuidadosos, porque, ¿qué debemos entender, en el contexto que nos ocupa, por esto de: "al prójimo como a sí mismo? ¿Debiéramos entender, acaso, que la persona correcta para conformar una pareja cristiana es aquella que me amará a mí como se ama a sí misma? Pues bien, lector, la repuesta a esta pregunta es: sí y no, a la vez.
La respuesta es sí porque yo -es decir: el que busca pareja- soy efectivamente un prójimo de aquella persona con quien quiero establecer una relación cristiana, pero a la par es no porque ese persona que yo busco debe amar a todos con el mismo amor y no a mí de manera particular. Y verás que aquí llegamos a un verdadero nudo de de problema, lector, porque ¿cómo habrá de conformarse una pareja con alguien que "ama a todos"? |
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Ambas partes de la pareja
Pero el problema arriba planteado no es de difícil solución o, mejor dicho, no es de difícil solución en la medida de que el que busca pareja también es cristiano y, por lo tanto, sabrá entender las motivaciones de la otra parte: Así, decimos que una buena pareja cristiana se establece cuando cada una de las dos partes ayuda a la otra a "amar a todos", renunciando a una demanda de amor especial y egoísta que tiene que ver con la atención de los caprichos del "sí mismo".
Así, la pareja cristiana será aquella en la que el hombre entienda que, si bien la mujer le debe ser fiel a él, no entregándose en cuerpo a ninguna otra persona, dicha mujer sí debe entregarse, en el amor espiritual, a todas las personas que lo necesiten. De esta forma, el hombre cristiano debe ayudar a la muer cristiana en su misión de amar espiritualmente a todo el mundo. Y, como no podría ser de otra manera, lo que hemos dicho para el hombre en relación con la mujer vale también a la inversa, es decir: desde la mujer para el hombre. Así, será responsabilidad de la mujer cristiana ayudar a su hombre a cumplir con los mandamientos enseñados por Jesús, superando con ello todo atisbo de celos o egoísmos que en su corazón pudieran surgir.
Porque nunca debemos olvidar que las enseñanzas cristianas, junto con los dos mandamientos que dan base a su forma de vida, están destinadas a que el ser humano se acerque a Dios. Y en la medida de las posibilidades, ¿qué relación hay más hermosa, para cumplir con ese cometido, que la intimidad entre un hombre y una mujer que se aman mutuamente pero, a la par, aman espiritualmente a todos sus hermanos?
…amar mucho es importante… Nada "especial". |
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