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Las consideraciones que aquí presentamos tienen por intención señalar la importancia que, a nivel de las relaciones humanas, y en particular las de pareja, tiene el poder expresar libremente las propias emociones, de manera tal que esa expresión sea efectivamente comunicativa. La importancia capital de este tópico radica, así, en el hecho de que toda relación es, en el fondo, una forma específica de comunicación y que, en la medida que dicha comunicación se vea favorecida por una genuina libertad expresiva, se irá ganando la base para sobrellevar las posibles dificultades que la vida siempre conlleva, logrando establecer, así -prevaleciendo sobre las adversidades- un contacto emocional íntimo y duradero, sobre el que querer y poder planificar a futuro.
Así, de acuerdo a lo antes mencionado, se hace importante poner de manifiesto que, en una relación, las dificultades de una de las partes conlleva, necesariamente, una dificultad en la otra (o en todas las otras), mientras que al mismo tiempo, y como no podía ser de otra manera, los avances que se produzcan en alguno de los sujetos que integran la relación conllevará, necesariamente, una mejora en la relación toda. ¡Ye he aquí entonces, lector, la importancia del tema que nos ocupa!, ya que en la medida que cada quien logre expresar sus emociones de manera más libre y sincera los beneficios de dicha apertura redundarán en la totalidad del vínculo.
Ahora bien: Vista y considerada la importancia de la libre expresión al interior de las relaciones cabe, entonces, no más que preguntar: ¿Cómo hacer para acceder a esta posibilidad de comunicar emociones abiertamente? Y verás, lector, que la respuesta a esta pregunta no es lo que se podría decir "algo fácil", ya que las dificultades de comunicación emocional son, en gran medida, el gran problema que separa a mucha –muchísimas- personas de una vida que, de no existir dicha dificultad, resultaría mucho más feliz.
Pero el hecho de que nuestra pregunta sea realmente difícil no implica, desde luego, que su cabal y genuina respuesta sea imposible. Eso sí: no confíes en soluciones mágicas porque, por lo que a este tópico respecta, no las hay. Así, cuando de superar adversidades personales en la comunicación se trata, lo primero y fundamental será… darse tiempo y ser pacientes. Porque nada, absolutamente, se logrará en este campo bajo exigencia o presiones de velocidad. ¡Y esto que decimos es verdaderamente fundamental, lector! De este modo, no permitas que nadie, bajo ningún punto de vista, te exija a decir lo que no quieres decir. No importa si ese alguien son tus padres, tus amigos o, sobre todo, tu pareja. Lo decimos de vuelta -y bien podríamos decirlo diez veces más: No te sientas en la obligación de cumplir con ningún tipo de exigencia emocional, nunca, jamás.
Y esto que señalamos en el párrafo de arriba, con particular hincapié en la palabra "exigencia" suele ser, en gran medida, el principal motivo de bloqueos al momento de comunicar sentimientos. Así, le persona se bloquea y, consecuentemente calla su sentir, porque en gran medida se siente exigida a hablar. Y es entendible que así sea, porque ¿quién querrá exponer su intimidad bajo una atmósfera de exigencia? La respuesta es: nadie. |
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Sin exigencias
Pero ahora bien. Es fundamental remarcar que cuando hablamos de "exigencias" no nos referimos exclusivamente a exigencias externas. Es decir: no nos referimos solo a la exigencia que puede venir de otra persona (padres, amigos, novios) sino, a la par, a las exigencias que cada persona suele sentir consigo misma. De esta manera, queda señalado que una de las mayores dificultades que el sujeto tiene para superar sus bloqueos de comunicación emocional están dados, en gran medida, por él mismo se siente obligado a hablar. O sea: Es como si hubiera una voz al interior de la propia persona bloqueada que le exige expresarse y, entonces, como respuesta rebelde a esa exigencia interior la persona se defiende haciendo todo lo contrario, es decir: se bloquea y no dice nada.
Y así, lector, verás -ahora con mayor precisión- que de lo que estamos hablando, en el fondo, es de distintas dificultades relacionadas con el sentimiento de culpa. ¿Y culpa de qué? Pues bien: culpa de no responder a las exigencias, ya sean de los otros, propias o, dicho de otro modo: culpa de no expresar las emociones. Y verás aquí, sin más, como queda evidenciada la patente contradicción del problema que atendemos: ¡La culpa por no expresarse es la que impide, precisamente… expresarse! Porque la culpa es así de terrible en su contradicción: exige que se haga lo que ella misma impide hacer.
Por eso, lector -y esta es ya la tercera vez que lo decimos-, recuerda que la manera inicial de ir superando las dificultades comunicativas es, en contraposición con lo que exige la culpa: no obligarse a nada y tomarse el tiempo necesario para que lo que se vaya a decir surja naturalmente, desde la profundidad del propio deseo. Porque será eso, el deseo, lo que permita superar las adversidades del caso.
Por lo demás, la propia persona sabrá reconocer -en este espacio que la aparte de la culpa- si le es necesario acudir a una ayuda profesional exterior (terapia psicológica, básicamente) que le brinde las herramientas necesarias para dejar que ese deseo se active en ella, dándole la posibilidad de expresar las emociones que quiere expresar y que, por una confusión de exigencia, no expresa. |
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