Aportamos, en el texto que sigue, algunas consideraciones que creemos importantes al momento de preguntarse por las formas de unión posibles entre dos personas que se aman y desean, a partir de ello, comprometerse en una relación. Hablamos, así, del noviazgo y, más aún, de qué es, en verdad, el noviazgo. No se trata, por supuesto, de agotar el análisis de un tópico que permitiría innumerables apreciaciones sino, de manera distinta, de caracterizar las particularidades de dicha relación, brindando con ello algunas herramientas que ayuden a la reflexión personal.
Así, en primera instancia cabe decir que: entendemos por noviazgo una forma de relación amorosa, constituida por dos personas que dicen "amarse" mutuamente y, a partir de lo cual, asumen un determinado compromiso del que, por otro lado, ambas son voluntariamente parte.A la par, entendemos el noviazgo, también, como una experiencia que -en la medida que sea genuina- abre las puertas de un "vivir no solo lo de uno" sino, a la par, "vivir también lo del otro". Pero veamos, un poco más detenidamente, los principios sobre los que se articulan, esencialmente, estas dos caracterizaciones del noviazgo.
De este modo, en la primera de las caracterizaciones (el noviazgo como una relación de común acuerdo) encontramos una suerte de fundamento contractual, es decir: dos personas se comprometen -y este "comprometen" es una palabra clave- la una con la otra a partir de una experiencia que ambos se comunican entre sí, y manifiestan a los demás, bajo la expresión: "te amo" y, también -cuando se trata de hablar con los otros que no están en la relación-, "yo lo amo a él" / "yo la amo a ella".
En este sentido, podemos observar que, desprendiéndose de lo antes dicho, el noviazgo surge como un reconocimiento del sentimiento del amor íntimo que una persona siente por otra, y esto de manera tal que ese amor queda comunicado al interior de la relación de quienes se aman y, a la par, manifestado hacia los otros que son testigos de la relación. Esto que decimos nos parece verdaderamente importante porque una relación de noviazgo no comienza cuando dos personas se encuentran y dicen: "a partir de este momento somos novios" sino, de manera distinta, cuando una persona se encuentra con otra, le dice: "te amo", y esa otra persona contesta: "yo también".
Algunas preguntas frecuentes
¿Se aprecia así, lector, la distinción entre una relación que comienza, de base, como un común acuerdo y esta otra -el noviazgo- que resulta en un común acuerdo pero solo sobre la base de algo que surge propiamente en el corazón de cada una de las partes? Porque bien podría ocurrir que una persona le diga a otra: "te amo" y ese otra persona conteste: "yo no" para que, así, no se dé el noviazgo.
Y preguntemos también: ¿Puede haber noviazgo sin amor y, a la par, noviazgo sin decir la frase: "te amo"? Y verás que la respuesta es, en verdad: no. Porque en una relación se puede decir muchas veces "te amo", pero si ese decir no es genuino entonces no hay amor y, por lo tanto, falta el fundamento sobre el que el noviazgo se yergue. O dinos, lector: ¿has visto alguna vez un fuego sin llamas? Y por mucho que llamemos fuego a algo que no tiene llamas, ¿sería eso, efectivamente, fuego? Luego, a la par, visto el tema desde la orilla opuesta, decimos que tampoco puede haber noviazgo si el amor, efectivamente sentido, no se expresa -lisa y llanamente- en el compromiso de pronunciar la frase: "te amo" / "la amo a ella" / "lo amo a él". Porque sentir amor no es suficiente para dar comienzo a una relación y, menos aún, suficiente para darle continuidad. O si no, ¿qué diferenciaría en las palabras a una relación de noviazgo de una relación de amistad con privilegio a la intimidad corporal? Así, en el sentido de lo que constituye al mundo, la realidad, la relación con los demás: Lo que no se dice nunca, no llega a existir.
Luego, por lo demás, hemos señalado una posible respuesta a la pregunta: ¿qué es el noviazgo?, diciendo que se trata, fundamentalmente, de una experiencia en la que uno dejar de vivir solo "lo que le pasa a uno" para quedar influido por "lo que le pasa al otro". De esta forma, cuando la relación de amor es genuina y, la par, conviene en el compromiso de "ponerse de novios", cada una de las partes lleva consigo, de ahí en más, a la otra. Porque verás, lector, que los que están verdaderamente de novios nunca están solos; cada quien lleva, en su corazón, a la otra parte y, si esa otra parte sufre, entonces uno sufre, y si esa otra parte está alegre, uno está alegre también.