Encontrar una pareja es fácil, lo difícil es mantenerla
Quizás ya esté dentro del repertorio de tus experiencias en las relaciones de pareja, lector; que te enamoras perdidamente de alguien que confías puede llegar a ser tu compañía para toda la vida, y termina ocurriendo que esa persona, no solo no llega a cumplir con semejantes expectativas, sino que, de manera muy distinta, pasa de encantarte a defraudarte, todo en el tiempo de, digamos… un mes. Porque, claro; una cosa es encontrar pareja (lo que puede ser más o menos fácil), pero lo difícil es mantenerla.
Y habrás visto ya, quizás, que el problema no se soluciona por la vía fácil, o sea: cambiar de pareja. No se soluciona convenciéndose de que "esta no es mi media naranja, de modo que puedo dejarla y seguir probando suerte". Porque aquí, en el amor erótico, romántico, la suerte no pareciera tener nada que ver en el asunto. ¿Y por qué, entonces -nos preguntamos- es inevitable que algo que comienza de manera tan hermosa termine por romperse de manera tan abrupta? Pues bien, la respuesta a este interrogante constituye la esencia del presente artículo. Antes que nada, cabe señalar que vivimos en una época en la que las relaciones amorosas se forman -o al menos eso pareciera- de manera espontánea, desde la decisión de las partes que la integran.
En este sentido, no es como en la época medieval, por ejemplo, en la que los matrimonios ya estaban arreglados de antemano, y se sabía que tal mujer estaba destinada, por la decisión de sus padres, a casarse con tal hombre. Así, vivimos inmersos en una sociedad en la que el poder de elección es bastante amplio y ocurre, entonces, que a primera vista las cosas parecieran ser muy fáciles: "si no me gusta lo cambio por otro". Y así van y vienen los amores, sueltos al libre arbitrio de lo que sienten las personas. Esto, que sin dudas tiene su parte muy positiva, tiene, también, su parte negativa, que es precisamente la que estamos tratando: los amores no duran y las personas terminan -esto es lo terrible- por desilusionarse para, por fin, llegar a decir: "yo no creo en el amor".
Aspectos influyentes
A su vez, cabe señalar el aspecto meramente estético sobre el que se forman inicialmente las parejas de hoy en día. De este modo, encontramos mujeres que se enamoran de tales o cuales hombres porque les gusta "su estilo" (su pelo, la forma en que lleva los anteojos, etcétera) y hombres que se enamoran de tal o cual mujer porque "está buenísima" (tiene pechos exuberantes, ojos verdes, piernas proporcionadas, etcétera). Y podrá protestarse contra esta "superficialidad" todo lo que se quiera, que no por ello dicha "superficialidad" deja de estar presente. Y siendo estas -y no las del "amor profundo y comprometido"- las reglas del juego: ¿por qué sorprenderse entonces de que las parejas, que se juntan por motivos tan superficiales terminen por separarse tan fácilmente, por motivos tan superficiales?
Parece que hay en esta "superficialidad" algo bastante… profundo. Y lo que nuestra investigación de esta "superficialidad" va revelando es que en realidad nunca llegan a formarse verdaderas parejas de personas; lo que se forman son, por el contrario: parejas de imágenes. Así, una mujer -por ejemplo- es capaz de estar con un hombre no solo porque "ese hombre se parece a Brad Pitt" sino también porque -esto es lo fundamental- la hace sentir a ella como si fuera Angelina Jolie.
¿Puedes ver aquí, entonces, lector, en esto que ahora se pone de manifiesto, el verdadero fondo del problema? Porque el problema no es que las parejas se separan, sino que el problema es, en cambio, que las parejas nunca llegan a unirse (era solo Brad Pitt saliendo con Angelina Jolie). Y llegamos aquí, de esta manera, al esclarecimiento de una verdad que es realmente inevitable: No importa cuánto te guste una persona con la que has comenzado a salir recientemente, ten por seguro que si deseas entablar un compromiso verdaderamente comprometido con ella, llegará el momento en el que tengas que tolerar una gran cuota de desilusión. Porque las imágenes no duran, lector, ya que su esencia -como en las películas- es el cambiar permanentemente, hasta acabarse sin más, mientras que, de manera muy distinta, las relaciones amorosas comprometidas, si bien es cierto que también cambian -y mucho- no procuran dirigirse estrepitosamente hacia el "fin de la película". De hecho es más bien al revés: buscan sostenerse, consolidarse y… cambiar sin tener que finalizar. …es la caída. Caer del éter de los sueños al mundo real. Y verás que para amar es necesario tener una gran resistencia al sufrimiento. ¿Qué, te sorprende esto que decimos? Pues enhorabuena, porque mientras se camina por esta tierra no hay forma de esquivar esta circunstancia de la existencia… El cauce del río de la pareja, es el sufrimiento. A la corriente, también le dicen "amor".