Frases de seducción

Por lo que a una estrategia efectiva de seducción respecta, no podríamos decir que hablar constituya, necesariamente, el componente esencial de la misma. Sin embargo -de esto no cabe duda-, sí ocurre que, llegado el momento de hacerse a las palabras, será oportuno tener alguna referencia esencial que permita terminar de concretar todo lo que a nivel corporal se pueda haber puesto en juego previamente. Porque ocurre, en este sentido, que muchas estrategias de seducción terminan fracasando al momento de pasar el dialogo.

Atentos, entonces, a la importancia de manejar ciertos criterios estratégicos que posibiliten un avance verbal que termine de coronar todo lo conquistado en el juego previo (mas relacionado con el lenguaje corporal), estructuramos el presente artículo poniendo de manifiesto, primero, ciertos señalamientos del tipo teórico, que posibiliten un entendimiento cabal de cuáles pueden ser, y cuales no son, buenas frases de seducción. Luego, para completar el tema, presentaremos y comentaremos algunos ejemplos clave, con los que esperamos iluminar, aún más, un tópico tan central como este. En primera instancia, se hace fundamental poner de manifiesto que las frases apropiadas para la seducción muy poco tienen que ver con los famosos piropos. Porque no se trata -como en el caso de los piropos- de aumentar el ego de la mujer, o el hombre, sobre quien depositamos nuestro deseo. De hecho, en este sentido, no vacilamos en afirmar que en un juego de seducción, todo aquello que tenga que ver con el ego de las personas va, lisa y llanamente, en contra de sus intereses.

Así, al momento de pensar en las características esenciales que sí deben tener las buenas frases de seducción, cabe poner de manifiesto las siguientes tres. Primero: La frase debe expresar deseo. Segundo: El deseo debe quedar expresado de manera sutil, discreta, sin nunca caer en manifestaciones demasiado directas y evidentes. Tercero: La frase en cuestión no debe expresar necesidad. Considerando el tercer punto de entre los mencionados arriba, no vacilamos en afirmar, rotundamente, que no hay nada más anti-erótico que acercarse a la persona de nuestro interés para expresarle "cuanto necesitamos estar con ella, o con él". Por el contrario, la seducción nunca se trata de necesidad sino -antes que nada- de deseo; un deseo latente, un deseo que se pone en juego apelando a todas y cada una de las posibilidades que brinda el lenguaje. Y ahora sí, habiendo aclarado en lo antedicho los rudimentos teóricos que se corresponden con una estructura apropiada para las frases de seducción, cabe señalar algunos ejemplos que permitan ilustrar mejor.