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Para conocer al otro
Así, la segunda salida en pareja es, antes que nada, el momento apropiado para conocerse mejor, para poder dar continuidad a los temas que se trataron en el primer encuentro, profundizando en las preguntas y descubriendo, poco a poco, no la realidad –en una segunda cita "la realidad" debe estar tan lejos como La luna de La tierra- sino las bellezas inmensas de la mujer, o el hombre, con quien hemos aceptado salir. En este sentido, recuerda siempre la regla de oro: No hables de tus ex relaciones y de ninguna manera -¡de ninguna!- te muestres como una persona necesitada. ¡Y esto es fundamental, lector o lectora!, tan fundamental que bien podríamos tener que repetirlo durante todo un día, para que se quede bien gravado en la mente, así: Por lo que al encuentro entre el hombre y la mujer respecta -y esto trasciende, con mucho, nuestro tópico de "las citas"- la sensación de necesidad es… lo peor de lo peor.
Por el lado contrario, es decir, pensando en lo que sí hay que hacer en una segunda cita, no temas profundizar en las preguntas o las historias que hayas comenzado a desarrollar en el primer encuentro. Así, avanza en el misterio "del otro" y revela, tú mismo, un poco más de esa historia que te hace único. En este sentido, si eres hombre por ejemplo, puedes recurrir al relato de anécdotas de tu vida: aventuras que viviste de chico, con tus amigos del colegio, o bien de aquello que te divierte y estimula, cine, hobbies, música, libros.
En fin; anímate a ir dejando salir, poco a poco, a tu niño interior. Si eres mujer, en cambio, será una buena idea darle mayor vuelo a tu lenguaje corporal. Así, este el momento ideal para que ese hombre se vuelva loco -sí, loco de remate- por ti. Pero lo que sí, por favor: no se te ocurra empezar a hablar de la relación con tus padres… de ninguna manera; para eso todavía es muy… temprano. Y por lo demás está el cuerpo. En este sentido, si llega a ser el caso de que se concrete la relación íntima corporal, pues nada: disfrútala porque te la tienes ganada. En cambio, si esta oportunidad se torna esquiva, siempre hay alternativas que pueden ir subiéndole la temperatura a la piel, cosa que de que en el tercer encuentro el clima esté que arda. La segunda cita es buena, así, para comenzar, por ejemplo, un juego de caricias afectuosas. El límite lo pondrás -obviamente- tú; tú y ese hombre o esa mujer con quien, ya mismo, aunque no lo quieras creer, has empezado una relación de gran… intimidad. |