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La segunda cita: el momento de la verdad

 

Al momento de pensar en las características de una segunda cita íntima se hace importante destacar algunas variables que serán de gran utilidad al momento de continuar con una estrategia de seducción que logre seguir siendo efectiva a lo largo del tiempo. En este sentido, el presente artículo tiene por intención poner de manifiesto esas variables, de modo claro y, a la vez, ordenado en una estructura de sucesos que deben tener lugar para que nuestra campaña amorosa conquiste el corazón definitivamente y pueda clavar la bandera de la "relación".

brindando en la segunda cita el momento de la verdadEn primera instancia, es básico decir que para que la segunda cita sea, efectivamente, una segunda cita --y no una segunda "primera cita"- es importante que ya en el primer encuentro se haya podido concretar el primer beso. De ahí la importancia, clave, de tratar de concretar el beso en la primera cita, ya que eso es lo que hace de la segunda cita el momento de la verdad. ¿Y por qué es que no nos convence hablar de una "segunda cita" si en el encuentro anterior no se pudo llegar al beso? Pues muy simple: porque entonces el encuentro sigue dirimiéndose en los campos de la falta de claridad y la confusión, inmerso en la puja entre –si se nos permite hablar un poco técnicamente- la histeria y la neurosis, o bien el "deseo refrenado" y "exceso de pensamientos".

Pero ahora bien: Más allá de esa importancia, enfatizada y vuelta enfatizar, de que en la primera cita se haya podido concretar el primero beso, ¿por qué decimos que la segunda cita constituye el momento de la verdad? Bueno, eso no es difícil de contestar y así, decimos: La importancia de la segunda cita radica en el hecho de que es el punto de transición entre el primer encuentro amoroso y los posteriores (tercera, cuarta y demás citas) en las que, si todo va bien, seguramente se concretara el esperado y necesario encuentro "de cama". En este sentido, vale ser sinceros y reconocer que si un hombre y una mujer se sienten fuertemente atraídos el uno por el otro, y logran llevar adelante una primera cita exitosa, hay grandes posibilidades de que ya en su segundo encuentro pueda llegar a concretarse la intimidad amorosa (el empuje del cuerpo es, como todos sabemos, sumamente poderoso). Pero, sin embargo, si este no fuera el caso, es decir: por más que en la segunda cita no se pueda acceder aún a la intimidad corporal, vale destacar que este segundo encuentro sigue siendo un espacio en el que profundizar la empatía espiritual.

 
 
 

Para conocer al otro

Así, la segunda salida en pareja es, antes que nada, el momento apropiado para conocerse mejor, para poder dar continuidad a los temas que se trataron en el primer encuentro, profundizando en las preguntas y descubriendo, poco a poco, no la realidad –en una segunda cita "la realidad" debe estar tan lejos como La luna de La tierra- sino las bellezas inmensas de la mujer, o el hombre, con quien hemos aceptado salir. En este sentido, recuerda siempre la regla de oro: No hables de tus ex relaciones y de ninguna manera -¡de ninguna!- te muestres como una persona necesitada. ¡Y esto es fundamental, lector o lectora!, tan fundamental que bien podríamos tener que repetirlo durante todo un día, para que se quede bien gravado en la mente, así: Por lo que al encuentro entre el hombre y la mujer respecta -y esto trasciende, con mucho, nuestro tópico de "las citas"- la sensación de necesidad es… lo peor de lo peor.

la segunda cita el momento de la verdad absoluta para los dos Por el lado contrario, es decir, pensando en lo que sí hay que hacer en una segunda cita, no temas profundizar en las preguntas o las historias que hayas comenzado a desarrollar en el primer encuentro. Así, avanza en el misterio "del otro" y revela, tú mismo, un poco más de esa historia que te hace único. En este sentido, si eres hombre por ejemplo, puedes recurrir al relato de anécdotas de tu vida: aventuras que viviste de chico, con tus amigos del colegio, o bien de aquello que te divierte y estimula, cine, hobbies, música, libros.

En fin; anímate a ir dejando salir, poco a poco, a tu niño interior. Si eres mujer, en cambio, será una buena idea darle mayor vuelo a tu lenguaje corporal. Así, este el momento ideal para que ese hombre se vuelva loco -sí, loco de remate- por ti. Pero lo que sí, por favor: no se te ocurra empezar a hablar de la relación con tus padres… de ninguna manera; para eso todavía es muy… temprano. Y por lo demás está el cuerpo. En este sentido, si llega a ser el caso de que se concrete la relación íntima corporal, pues nada: disfrútala porque te la tienes ganada. En cambio, si esta oportunidad se torna esquiva, siempre hay alternativas que pueden ir subiéndole la temperatura a la piel, cosa que de que en el tercer encuentro el clima esté que arda. La segunda cita es buena, así, para comenzar, por ejemplo, un juego de caricias afectuosas. El límite lo pondrás -obviamente- tú; tú y ese hombre o esa mujer con quien, ya mismo, aunque no lo quieras creer, has empezado una relación de gran… intimidad.