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La comunicación es una relación integral que no queda limitada exclusivamente al acto de hablar y escuchar. En este sentido, aquello que llamamos "lenguaje corporal" constituye, en gran medida, una de las variables comunicacionales por excelencia, siendo que en sus modos, matices y expresiones se pone de manifiesto una porción esencial del mensaje.
El lenguaje corporal otorga, en este sentido, profundidad a lo dicho en el discurso, permitiendo descubrir información que queda oculta en la superficie de lo que "se dice". Así, aquella persona que logre dominar la interpretación de dicho lenguaje, ganará con ello la posibilidad de acceder, pacíficamente, a la matriz subconsciente de sus interlocutores, lo que a su vez le permitirá un entendimiento más claro y amplio de los sujetos, como así también un posicionamiento estratégico, que favorezca la eficiencia de sus actos comunicativos. Porque, a decir verdad, quien pudiera prestar atención integral a las manifestaciones del lenguaje presentes en toda persona descubriría que nada queda sin decirse, ya que lo que no se exterioriza con palabras se exterioriza, en cambio, con gesticulaciones faciales, con movimientos de las manos, brazos, piernas e, incluso, con el movimiento de los pies. De esta forma -visto y considerando lo antedicho-, no dudamos en decir: Aprende a interpretar el lenguaje corporal y nada permanecerá oculto para ti. Por lo que a estructuras específicas respecta, cabe señalar la presencia de tres grupos sobre los que se fundamenta la correcta interpretación del lenguaje corporal. Dichos grupos son, a saber: El rostro / las manos y los brazos / las piernas y los pies. En este sentido, para presentar un esquema que facilite el entendimiento, exponemos a continuación las características fundamentales de cada una de estos tres grupos, señalando sus correspondencias comunicativas más características.
En primer lugar, se hace evidente que el rostro de una persona es, con mucho, la parte más comunicativa de su cuerpo. Esto no se limita al hecho de que en esa parte del mismo esté ubicada la boca y los oídos, sino -esto es lo que a nosotros nos interesa- el hecho de que es allí donde las emociones humanas generan una mayor cantidad de movimientos musculares. Así, lo primero que hay que tener en cuenta en relación al lenguaje corporal de la cara, es todo lo que refiere a la apertura de los ojos y la dirección de la mirada. En este sentido, esquemáticamente hablando, vale enfatizar lo que ya el sentido común enseña, o sea: que cuanto más abiertos están los ojos de una persona, mayor es su nivel de atención a lo que se está produciendo a nivel comunicativo (el caso más notorio es el de la "sorpresa", en el que el sujeto no logra contener una reacción de apertura ocular extrema). Luego, en segundo lugar, por lo que a la dirección de la mirada respecta, queda señalado que "mirar el piso" -mientras se habla o escucha- pone de manifiesto la presencia de alguna emoción aflictiva en el subconsciente del individuo; emoción aflictiva que, en este caso, suele estar vinculada con un sentimiento de culpa. A la par -de manera distinta, pero no diferente- cabe señalar que el "mirar para arriba" suele manifestar, también, la presencia de emociones aflictivas, aunque, en esta tipología, se destacan todas aquellas relacionadas con la ansiedad. Por último, a modo de síntesis de lo anterior y constituyéndose como un verdadero punto de equilibrio, es apropiado señalar que la mirada centrada (que no debe ser todo el tiempo a los ojos) pone de manifiesto una presencia efectiva y consiente en el acto comunicacional. |
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¿Qué nos quieren decir?
Por lo que al movimiento de las manos y brazos respecta, los estudios llevados a cabo sobre el esquema fundamental del lenguaje corporal ponen de manifiesto que aquellas personas que mejor se desempeñan en la comunicación suelen acompañar sus palabras con una postura de "manos juntas". En este sentido, dicha postura de "manos juntas" suele señalar -esto es, obviamente, muy esquemático- un entendimiento integral de lo que se está diciendo o escuchando; entendimiento que se basa en una estructura emocional equilibrada; una mente calma, no entorpecida por emociones aflictivas o especulaciones vanas.
Por último, pasando revista a los aspectos propios del movimiento de las piernas y los pies, es ya sabido que -al estar en posición de reposo- un movimiento persistente de dichas extremidades indica un incontenible nerviosismo. En este sentido, dicho nerviosismo es el resultado de una estructura emocional en donde se pone en juego una profunda desconfianza. Así, al momento de pensar en ejemplos característicos de este modo del lenguaje corporal, cabe señalar el caso de una mujer que, desconfiando de su interlocutor masculino, no deja de mover los pies o -como dice la canción arriba mencionada- cruza las piernas, dando a entender con ello que su mente está en cualquier lado menos en el dialogo. Y en este sentido quizás no haya manera de negarlo; el lenguaje corporal suele ser, con mucho, más sincero que el de las palabras.
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