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El texto que a continuación presentamos tiene por intención esclarecer ciertos criterios fundamentales que permitirán, de manera certera, llevar adelante una estrategia de seducción eficaz, pensando, sobre todo, en las particularidades de la primera cita.
En este sentido, señalaremos aquellas variables clave -a las que se debe prestar mayor atención- si lo que se pretende es consolidar, desde este primer encuentro, una relación que logre desplegar la totalidad de las posibilidades que se ponen en juego en el campo de la relación entre un hombre y una mujer.
En primera instancia –antes de pasar a consideraciones que, en relación a esta, podrían evaluarse erróneamente como menores- vale resaltar la presencia de un gran fantasma que suele llenar las primeras citas de mucho nerviosismo vano, a saber: ¿Es bueno pensar en terminar en la cama desde la primera cita? o incluso, más allá de lo que "se piensa": ¿es correcto pensar en eso en el contexto de una primera cita? Y verás, lector, que estas preguntas son muy importantes, al punto tal de que constituyen el corazón mismo de ese gran interrogante: "¿Qué hacer en una primera cita?" La respuesta a estas preguntas, como no podía ser de otra manera, no es ni un "si" ni un "no" definitivos sino, más bien, un "depende". ¿Y de qué depende, fundamentalmente? Pues bien, del hecho de si esta "pareja", que de repente -por vez primera- se encuentra en un ámbito de intimidad, deberá, después de esa cita, volver a verse en un ámbito distinto. Pensamos así, por ejemplo, en todos aquellos compañeros de oficina que se gustan el uno al otro y que -tras un tiempo de mutuo coqueteo- concuerdan en las ganas de "salir a tomar algo juntos". O también en los compañeros de estudio, a quienes, después del encuentro íntimo, habrá que volver a ver en el aula, o en las reuniones con amigos.
En este sentido -partiendo de estos ejemplos- no dudamos en afirmar que no es conveniente llegar a concretar la intimidad en la primera cita. La base de esto que afirmamos descansa sobre el hecho de que, una vez que el amor corporal empieza a formar parte de una relación, la sensibilidad emocional de las personas aumenta considerablemente (sobre todo por lo que respecta -lógicamente- a ese hombre o mujer con quien nos relacionamos) y si la estructura de la relación no está lo suficientemente bien asentada como para tolerar esos "movimientos del corazón" (tales como los celos, o la ansiedad) entonces se corre el riesgo de que los cimientos mismos de la relación se vuelvan demasiado "turbulentos", llegando al punto de que la relación se detenga, primero, para luego llevar a la situación muy incómoda de tener que convivir cotidianamente con aquella persona con quien la relación no funcionó. Aunque, claro, podrá haber aquellos que digan, preguntándose: "¿Y qué pasa si hay una compañera o compañero de oficina, de estudios o, en fin: de la vida cotidiana, con quien solo me interesa tener relaciones; ¿relaciones y nada más, sin ningún tipo de conexión emocional? Pero nosotros creemos que el que así pregunta en el fondo de su corazón ya sabe la respuesta, porque esa "idea" de que se puede tener cama con alguien sin relacionarse, además, afectivamente, es totalmente falsa. Así, no dudamos en afirmar: donde hay intimidad corporal hay emociones, siempre.
Pero continuemos con nuestro análisis y preguntemos ahora –siempre bajo este lema de base: "¿qué hacer en una primera cita?"- ¿qué ocurre en el caso del beso? Es decir: en el caso de personas que tienen una relación que va más allá de esa primera cita y después volverán a verse en público, ¿conviene que en la primera cita se concrete un beso? Y la respuesta a este interrogante es -a diferencia de lo que tiene lugar a puertas cerradas y sin ropas- que… sí. Si durante o al final de la primera cita hay un beso, mejor, mucho mejor. Pero cuidado, porque con beso nos referimos simplemente a eso, y no a una forma de falsa relación amorosa, llena de caricias corporales que lindan con el límite de la vestimenta interior. Así, lector, lectora: ¡bésala, bésalo!, es simple y, además, ¿si ella o él no quisieran un beso, por qué habrían aceptado tener un encuentro intimo contigo? ¡Eso es lo bueno del beso!, que pone las cosas en su lugar, llamándolas por su nombre. Por lo demás, pensando ahora en el caso contrario; en aquellos que tienen una cita que además de la primera será la última, o en el caso de los que no deben -después de la cita- volver a verse en público; en ese caso sí, ya sin ningún tipo de dudas afirmamos: Adelante con el beso y adelante, también, si las emociones lo desean, con lo que sigue. Porque ¿quién no ha experimentado grandes placeres en una noche intensa con alguien que después, ya se sabe, no se volverá a ver nunca jamás? Y así, lector o lectora, verás que habiendo aclarado el tema de la intimidad se han despejado muchos de los interrogantes que, desde un tono de preocupación, podían motivar dudas al respecto de cómo llevar el encuentro de una primera cita. |
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