Partiendo desde la base estructurada en nuestro artículo "Sentimientos", en el que presentamos un esquema referencial del tema sobre el que ahora queremos profundizar, es nuestra intención, en las líneas que siguen, caracterizar las particularidades que hacen a los sentimientos de amor. En este sentido, pondremos de manifestó las particularidades que hacen a los mismos y señalaremos algunos aspectos prácticos, que puedan ser de gran ayuda al respecto de este tópico central, que es el corazón mismo de las relaciones de pareja. No se trata, así, de extender a continuación una lista, remarcando las distintas formas de los sentimientos amorosos y sus posibles contrariedades, sino, de manera distinta, en cambio de proceder por lo extenso lo haremos por lo esencial, de modo que, al terminar de leer, pueda haberse ganado -en el mejor de los casos- una herramienta de entendimiento duradera.
En vistas de nuestra meta, entonces, conviene recordar que los sentimientos son aquella forma del sentir humano que se caracteriza por ser "más elevada", entendiendo esto como: lo más propio de la persona, lleno de su identidad o, en fin; lo más espiritual. Y el caso de los sentimientos de amor constituye, a la par, dentro de la gran esfera de los sentimientos en general, aquellos de carácter más trascendente. Porque nada hay en este mundo más importante que llegar a sentir verdadero amor, siendo que mucho de nuestra calidad de vida dependerá en gran medida de ello. Es el amor -decimos, entonces- aquél que, saliendo de la esfera netamente individual del sujeto, logra alcanzar al prójimo para, desde ahí, establecer una relación que no podrá ser menos que duradera, genuina y llena de posibilidades de transformación y crecimiento.
En este sentido, siempre cabe recordar que hablar de amor conlleva hablar de un "superarse a sí mismo", dado el hecho de que se trata de un sentimiento elevado cuya esencia es unir a las personas. Y en pos de entender este poder trascendente que se desprende del amor, debemos entender que no es lo mismo el amor visto como emoción, que el amor visto como sentimiento. La diferencia radica, fundamentalmente, en el hecho de que el amor en tanto emoción es, al fin y al cabo, una suerte de amor más bien inestable y, a la par, un tanto egoísta. El fundamento de esto descansa en el hecho de que, a nivel de las emociones, el sentir de la persona no está aún completamente concientizado, de modo que quedan muchos "agujero" inconscientes a través de los cuales pueden escurrirse las buenas intenciones. Así, las relaciones que se sustentan en el amor en tanto una emoción suelen caer en profundas crisis de celos, o de mutuos malestares con la forma de ser del prójimo; una forma de ser que no logra satisfacer las necesidades -esta palabra: "necesidades", es importante- de cada quien.
El amor verdadero
Mientras tanto, y de manera totalmente distinta, el amor en tanto sentimiento descansa a la luz de la conciencia de los individuos, transformando esa conciencia en un verdadero hogar en el mundo. Se trata de un amor firme, que -miles de historias lo dejan en claro- tiene la capacidad de superar todas las dificultades y, más aún, incluso la muerte. Es, a la par, y sobre todo, un amor generoso, preocupado fundamentalmente por el bien estar de la persona amada, mucho antes que por el bienestar de la persona que ama o, mejor dicho: el gran placer de la persona que siente amor en su corazón es presenciar la felicidad de la persona amada.
Luego, solo cabe retomar aquella palabra que más arriba denominamos como importante -la palabra "necesidad"- y destacar que mientras el amor como emoción siente una "necesidad de amor" (lo que es un tanto infantil), el amor en tanto sentimiento va superando paulatinamente esa necesidad hasta que, al fin y al cabo, en su posibilidad más desarrollada, se transforma en una pura manifestación del deseo. Y verás, lector, que estos sentimientos de amor, cuya presencia transforma la vida de cualquier persona en una vida "bien vivida", solo pueden llegar a generarse con el correr del tiempo, primero, y con la práctica constante de la generosidad, segundo. Es decir: si quieres rescatar al amor de las aguas inconscientes de las emocionalidad para hacerlo ascender a la luz de los sentimientos y la conciencia, no habrá más alternativa que recorrer un camino; un camino cuya ventaja más formidables es que, en verdad, nunca lo transitarás solo. Porque aquél que "camina" en pos de llegar a sentir amor nunca está en verdad solo. Lo acompañan amigos, familiares y, sobre todo, una buena pareja con quien compartir cada paso. Así, si es cierta esa frase popular -y nosotros estamos muy seguros de que sí- que dice que "la felicidad es un camino", no dudamos en afirmar que ese camino de la felicidad se llama, también, e incluso antes, con más originalidad: "camino del amor".