Chicas y coches han sido y siguen siendo dos de los fetiches más exclusivos del hombre. Tanto la curva de los coches como la de las chicas despiertan en el género masculino el espíritu de la voluptuosidad. Según una encuesta de la revista Fiebre de holanda donde se preguntaba a los hombres que imagen los atraía mas, la de una chica en una cama o la de una chica en un coche, 72% respondió que les atraía mas una chica en un coche. El porcentaje habla por si mismo. Ahora bien, la pregunta clave es: ¿Por qué?

La psicología arriesga una teoría no del todo comprobada: el coche habla de ellos mismos, habla de su poder, de su dinero, de su estilo… las chicas también. Según la psicología, la mujer esta codificada y representa en el inconsciente de los hombres un objeto al igual que su coche. La frase podría resumirse así «El mejor coche, la mejor chica». Ambas «pertenencias» hablan de las capacidades del hombre que los posee. Un coche importado, una rubia despampanante; ese hombre parece estar tocando el cielo con las manos.

Los comerciales de coches nos dan otra pista. Siempre hay chicas hermosas recostados sobre ellos, o cayendo en brazos del galán dueño del auto. La verdad que esto representa una triste realidad para las chicas, que en su mayoría de los casos, no parecen estar muy preocupadas en desmentir esa imagen… Ellas también deben tener algo de culpa en la «cosificación» impuesta por el género masculino. Adornándose, puliendo sus curvas, teniendo una actitud pasiva, pretendiendo que su príncipe azul pase a buscarlas en un convertible último modelo, no hacen mas que reforzar el fetiche de los hombres.

Como mujeres deberíamos tener un propio eje de gravedad y no ser un apéndice en la vida de un hombre, menos aún un fetiche. Para empezar este cambio lo primero que tendríamos que hacer es olvidarnos de las estúpidas películas de príncipes azules, luego de las telenovelas, y por sobre todas las cosas de los infinitos productos de belleza para vernos bien. Verse bien no es el problema, sino únicamente verse bien. Allí esta la verdadera medula del asunto, eso es lo que no nos convierte en cosas, en «chicas», en coches. Eso es lo que hace que en la retina del hombre nos fijemos como un simple objeto para decorar su personalidad. La desmesurada importancia que se le ha dado al aspecto que tiene una chica la ha llevado a una trampa en la que queda reducida a un trofeo.

Así que chicas recapaciten, no sean solo una decoración para un coche último modelo.