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¿Existe la amistad entre el hombre y la mujer? Una respuesta definitiva

 

Como puede leerse en el título arriba dispuesto, la intención de las líneas que siguen es dar una respuesta concreta a la pregunta de si existe o no la amistad entre el hombre y la mujer. Así, nos atrevemos a presentar un análisis acabado, referido a uno de los temas más debatidos a nivel coloquial; un tópico que apasiona a personas de todas la edades y situaciones, porque alcanza, sin dudas, lo más profundo de las relaciones humanas. No se trata -como verás- de una pregunta fácil, y la respuesta que aquí proponemos no es tampoco del todo fácil, si bien constituye -no lo dudes- un trabajo que en nuestro caso lleva varios años de profundo análisis y experiencia.

existe la amistad entre el hombre y la mujer respuesta definitiva para ustedY para entrar de lleno en nuestro tema consideremos lo siguiente: Cuando nos preguntamos por la existencia de algo, nos preguntamos -si lo que pretendemos hacer es un análisis- por la posibilidad de su existencia. Esto es así porque algo que "puede existir" puede siempre, también, no existir. De esta manera, empezamos dando respuesta a nuestro interrogante de la siguiente forma: Inicialmente, la amistad entre el hombre y la mujer no es algo que exista pero -esto es lo fundamental- sí es posible que, si una persona se dispone a trabajar sobre ello con verdadero compromiso, dicha amistad llegue a ser posible y, aún más, real.

Se trata, entonces, de ver cómo se lleva algo que inicialmente no es dado a la experiencia (no existe en realidad) hacia algo que, primero, se va haciendo posible, luego, se hace efectivamente posible y, por último, llega a ser real. En este sentido, decimos que inicialmente la amistad entre el hombre y la mujer no es posible como experiencia de las relaciones humanas por el simple hecho de que, inicialmente, ni los hombres nacen con su identidad de hombres perfectamente constituida ni las mujeres, por su lado, nacen con su identidad femenina perfectamente constituida. Porque hombre y mujer no se nace siendo sino que, incluso por el contrario, solo se llega a ser. Y se llega a ser preocupándose cada quien por ello, de manera activa y comprometida, haciendo -lo que se llama- un trabajo de conciencia.

De esta forma, en ese estado inicial del que todos partimos, la amistad entre el hombre y la mujer es imposible de experimentar porque cada uno (el hombre, por un lado, y la mujer, por el otro) están antes bien dirimiéndose consigo mismos en la posibilidad de llegar a ser lo que efectivamente son (un hombre o una mujer). Por eso es que, en las primeras edades de la vida, y sobre todo en la adolescencia, vemos que los varones son amigos de los varones y las chicas amigas de las chicas, reservando las relaciones entre ellos como lugar de experiencias eróticas que involucran, antes que nada, una exploración de los cuerpos. Porque, inicialmente, a nivel de la amistad, cada quien aprende a ser quien es, y a reconocer su propia identidad, relacionándose con personas de su mismo sexo y dejando las relaciones con el sexo opuesto como una posibilidad de reconocimiento de las diferencias.

 
 
 

Sus identidades combinadas

Pero a medida que se avanza en este crecimiento personal, el hombre y la mujer van descubriendo que su identidad no puede delimitarse exclusivamente mediante relaciones con personas de su propio sexo y, por lo tanto, pasan a querer establecer relaciones de amistad entre ellos (hombres con mujeres y mujeres con hombres). Pero claro; el hecho de querer nunca significa un "poder de inmediato", de modo que, llegado este punto, se empieza a recorrer -de la mano de este "querer"- la posibilidad de acercarse a la amistad deseada.

existe la amistad entre el hombre y la mujer respuesta definitiva y realAsí, lentamente, las relaciones entre los hombres y las mujeres van trascendiendo sus características iníciales de complementariedad erótica corporal para, paso a paso, ir adentrándose en el campo de la complementariedad espiritual (cabe destacar que esto conlleva un desarrollo espiritual bastante elevado, al que solo se llega con un arduo trabajo de por medio, ya que, si no, es sumamente difícil superar la etapa erótica inicial).

De esta forma, en la medida que el hombre y la mujer van acercándose espiritualmente el uno al otro, trascendiendo el deseo físico inicial -que los mantiene en tensión-, se va haciendo real, poco a poco, una relación de amistad entre ellos.

Por lo demás, este recorrido encuentra su fin en la forma más elevada de la conquista espiritual, que es, efectivamente, la amistad entre el hombre y la mujer; una amistad que deja atrás, de una vez y para siempre, todo tipo de emociones aflictivas, como ser, por ejemplo, los celos.

Se pone de manifiesto así, lector, lo que ya en un primer momento dijimos: que la amistad entre el hombre y la mujer es una posibilidad por la cual hay que trabajar con profundo compromiso; un compromiso que desee trascender las limitaciones del erotismo carnal para acercarse, lenta pero certeramente, a una forma de relación específicamente espiritual.