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El amor en el cristianismo

 

A diferencia de lo presentado en nuestro artículo "Reflexiones de amor cristianas", en el que tratamos de aclarar el panorama teológico del amor, con las líneas que siguen nos proponemos señalar algunas características que hacen del amor en el cristianísimo un punto de reflexión profunda al momento de analizar las formas en las que se estructuran las relaciones de pareja actuales. Así, volveremos a la esencia de las enseñanzas del Señor Jesucristo con la idea expresa de encontrar allí ciertas bases desde las que echar luces a los tiempos que actualmente corren.

secretos del amor en el cristianismoY lo primero que en este sentido vale la pena destacar es que viviendo, como vivimos, en una sociedad en donde la palabra "amor" ocupa un lugar de privilegio, mucha gente olvida -o no quiere recordar, o saber- que esa palabra: "amor", existe, tal cual la conocemos, porque fue enseñada, precisamente, por Jesús con su propia vida y sus propias palabras. Así, hoy en día es muy fácil escuchar que tal o cual persona "sufre por amor", o que "no entiende el amor", o que "el amor es lo más importante" y, en fin, una larguísima lista de etcéteras, mientras que, a la par, se niega el origen expresamente religioso de esa palabra permanentemente utilizada. ¡Si, lector, "origen religioso", decimos!, porque el amor no es un concepto filosófico, sino, de manera muy distinta, una experiencia nacida desde las entrañas de una tradición religiosa, a saber: el cristianismo. Porque el amor es el corazón de las enseñanzas de Jesús y, al fin y al cabo, el único medio que la humanidad tiene para llegar a sentir a Dios y, dese ahí, entender su propio espacio en el Universo.

Pero -para no alejarnos demasiado del centro de nuestra propuesta- preguntemos: ¿Qué es lo propio del amor en el cristianismo que puede ayudar, hoy en día, a entender la manera en que se relacionan los hombres y las mujeres? Pues bien. La primera respuesta a este interrogante tiene que ver con la profunda inestabilidad que caracteriza a las parejas del mundo de hoy; relaciones en las que, una vez superada la primera etapa de enamoramiento enceguecido, las partes tienden a separarse rápidamente, incapaces de sostener un vínculo que ya no se acomoda a sus preferencias individuales. Y en contraposición a esta realidad, tan extendida en las relaciones de pareja actuales, se yergue el mensaje de amor cristiano; un mensaje en el que el amor tiene que ver con la entrega completa al prójimo y no -para nada- con una autosatisfacción de deseos casi siempre egoístas. Porque en el cristianismo, la palabra "amor" es sinónimo de la palabra "entrega"; una entrega sin reservas, en la que la persona logra llegar a pensar en los demás antes que en sí mismo.

 
 
 

Otros puntos característicos

Otra de las características del amor cristiano que cuesta muy caro a los tiempos que corren es que ese amor -el cristiano- tiene más que ver con el sufrimiento que con la felicidad. Porque el fruto del amor cristiano no es el pacer, sino, de manera tan distinta, el acercamiento al prójimo desde una perspectiva en la que se está dispuesto a compartir sus sufrimientos, ya sea ante la enfermedad, la vejez e, incluso -esto es lo fundamental- la muerte.

el amor en el cristianismo muy ortodoxoNo se trata, así, de autosatisfacerse compulsivamente, sino de un acercamiento a la profunda e íntima realidad humana, aquella que revela a cada hombre y a cada mujer como lo que en verdad es, o sea: una criatura confundida por las contrariedades de la vida, llena de sensibilidad y, también, de emociones conflictivas. Y esto en contraste con un mundo en el que se privilegian las relaciones de tipo ocasionales, donde las partes buscan encontrarse con la única intención de sentir un placer corporal, sin darse la posibilidad de llagar a conocerse.

Es de esperar, entonces, que estando la palabra "amor" en boca de todos y, a la vez, tan alejada del reconocimiento de su origen, las relaciones de pareja caigan en contradicciones que les resultan -muchas veces- acaso imposibles de sobrellevar. ¡Esto se debe, precisamente, a una contradicción, lector!; la contradicción de utilizar en el habla cotidiana una palabra que significando "espíritu" se entiende como "materia", una palabra que significando "entrega" se entiende como "autosatisfacción de las partes", una palabra que significando "trascendencia a las contradicciones del mundo" se entiende como "máximo placer en el mundo". Porque el amor no es, lector, por lo menos no en su origen, humano, sino que, de manera distinta, es una gracia que Dios da a los hombres para que puedan volver a tener paz para consigo mismos y para con la creación. Y no siendo el amor una propiedad originalmente humana, es entendible que esta verdadera "humanización a toda costa" que vivimos en nuestros días de por resultado una inestabilidad estructural al interior de las relaciones de pareja, sin contar con el hecho -quizás el más terrible- de que hay varias personas que se sienten "obligadas a amar".