Esta situación de peleas de pareja en la que todo el mundo se dirige hacia el otro para expresar su desacuerdo, sólo es posible si los dos integrantes de la pareja reconocen abiertamente que hay algunos aspectos que generan malestar en uno o ambos, y sólo se pueden traer a la luz para encontrar realmente una solución y no para ahondar las heridas. Aquí le contaremos 5 razones por las que pelean las parejas habitualmente.

A veces se piensa que, al elevar ciertas cuestiones de pareja, se podría romper el equilibrio existente, otros tienen miedo de generar reacciones exageradas que pueden tener consecuencias desagradables. Los conflictos dentro de la relación de pareja pueden cubrir diferentes aspectos de la vida en común: la relación con sus hijos, la interferencia de sus padres u otros miembros de la familia de origen, la sexualidad, la percepción de que otras personas, parientes o no, no respetan los límites de la pareja y se comportan desde un lugar intrusivo, o quieren tener poder sobre las decisiones de la pareja.

La sensación de no recibir el apoyo de la pareja cuando son atacados por otras personas, el hallazgo de que el otro no asume responsabilidad por el manejo adecuado de la casa o de las cuentas y que la delegación total de esos asuntos cae en una sola de las partes que componen la pareja. Es decir, se tiene la impresión de que la intimidad de la pareja no es cualitativa o cuantitativamente satisfactoria, la percepción de que el otro no cumple o no permite que la pareja tenga sus propios espacios individuales.

Todos estos aspectos, si no se encuentran debidamente constituidos en una relación, es probable que generen un descontento que no se exprese de manera clara y directa, sino que permanece en incubación y sale luego en otras formas, o de otras maneras durante las interacciones diarias, a través de otro tipo de comportamiento hostil pequeño que contribuyen a la mala relación que tiene la pareja porque cada uno se siente atacado, maltratado o transgredido sin saber exactamente por qué.

Esta dinámica supone la creación de un círculo vicioso en el que todo el mundo se siente con derecho a ser grosero o brutal con el otro, lo cual afecta aún más la unión de la pareja. La frecuencia de estas interacciones caracterizadas por reproche implícitos y amarguras, generan más deficiencias en el comportamiento de la pareja, exasperando los conflictos cada vez más.